TOPOCHO ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
El alba del treinta y uno
se puso triste el topocho
porque a su viejo morocho
lo volvieron desayuno.
– ¡Y ese, como está moruno
échenlo en los matorrales! –
–dijeron los animales
del llano–. Y, por tal motivo,
fue que lo agarraron vivo
los fuegos artificiales.
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