PROPIEDAD PRIVADA
El murciélago sembró,
contento,
un árbol frutal
sin darse cuenta, al final,
que entre dos patios quedó.
Y una mañana chilló
cuando un fruto de su parte
desapareció:
— ¡Acusarte
debo! —
— rezongó mohíno,
pero cuando vio al zorrino
dijo: — ¡¡Pasé a saludarte!! —
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