conFESIONES A UNA hormiga
— ¡Disculpe usted, doña Hormiga,
porque llevo muchos años
tropezando en la cocina
con sus trillos colorados
de incansables y atrevidas
multitudes! En el blanco
silencio del mediodía
que resbala sobre el árbol
y desgaja flores tibias
como pan recién horneado,
yo he dejado a su familia
muchas veces sin amparo,
he puesto trampas de harina
dulce con queso rallado,
y dispersé a su pandilla
en el desierto del patio…
¡Es cierto que usted me pica
cuando la mesa repaso
para sacudir las migas
que del almuerzo han quedado,
y que, incluso, su mordida
me ha causado tanto daño
que han debido pasar días
para enfriar el sobresalto!
Pero ahora que la brisa
sobre el montón dispersado
del hormiguero, acaricia
tristemente a sus hermanos
¡Perdóneme, doña Hormiga,
porque no era para tanto!
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