GELATINA CAMPESTRE
Fueron a hacer gelatina
en la casa de madera
y, por no tener nevera,
quedó el agua purpurina.
El niño,
desde una esquina,
se quedó mirando el hielo
que había comprado el abuelo,
y dijo,
con desamparo:
— ¡Sírvanme el refresco raro
y no me tomen el pelo!
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