HORMIGÓN ENTROMETIDO
— El dromedario odia a la gelatina—
— le comentó la abeja al almizclero
cerca de un hormiguero,
y se formó un reguero
porque cierto hormigón
gritó:
— ¡Camina,
y levanta las alas!
¡Ve al potrero
y muéstrame ese postre, parlanchina,
aunque, advertirte quiero
que nos lo vamos a comer entero!
Y la abeja aclaró:
— No es necesario,
sólo era un tonto comentario
acerca de la dieta
de un desganado dromedario.
Señor, no se entrometa
y guarde su intención,
estimado hormigón de muela inquieta,
provocador y estrafalario,
que si usted busca
a su prole completa
no quedará ni una ración
para ofrecerle al vecindario.
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